sábado, 12 de febrero de 2011

entropía

la mejor forma de librarse de una tentación dice wilde en un ideario es cediendo a ella, la contención de la vitalidad sin un objetivo claro, circunstancial y principalmente porque no hay una opción para enfocar y desfogar la fuerza de pasión acumulada provoca una continuada sensación de carencia, además de una sobrecarga que se traduce en sucesivos pensamientos e imágenes de contenido salaz.

concentrarse en labores cotidianas ayuda a disipar -y a su vez utilizar-  esta energía sagrada, existen técnicas y ejercicios para templar el deseo para mantener la alta la vibración de cuerpo, mente y espíritu, ejercicios que realizados individualmente ayudan considerablemente a mantener y expresar equilibrio en todas las líneas, aún así queda una ligera sensación de algo faltante.

la confianza al contacto con otro ser humano, el roce de almas y yuxtaposición de chakras, la fusión de toda esa carretada de pensamientos, palabras, imágenes cobra sentido, se libera y manifiesta el flujo sexual, es cuando las polaridades integran y triangulan divinidad, cuando las miradas se funden: cita lumínica de proporciones multiversales.

delicadeza y violencia, dulzura y alteración de partículas en su máxima expresión, dedicación, concentración, enfoque, atención en alianza con desbordamiento cuántico, multidimensionalidad radiada, actitud propia de seres evolucionados, únicos, auténticos en acción, sin el peso del juicio ni de la dualidad. Integración de contrarios, enojo con guiños de alegría, lasciva en comunión amorosa que provoca implosiones internas, recorridos a través de la senda iniciática para despertar nuestro poder duplicado, multiplicado, autogenerado, utilizar la contención no como parte del mal interpretado término celibato -una forma de vida y votos de humildad que integra la abstinencia sexual pero que no se limita a ella-  si no como una herramienta para incrementar nuestro poder, vitalidad que asoma y consigue que logremos entendernos como seres que añoran y vuelven a casa, el encuentro con nuestro Creador siempre es un regocijo de descomunal vistosidad.

la celebración de la espiritualidad, el festín contínuo que sonrisas y benevolencia derraman, exultante belleza de múltiples formas, abundancia de cobrizos tonos, voluptuosidad y diversidad de elementos para potenciar el sublime éxtasis de nuestra galaxia paralela: Interés amoroso de Perseo, quien valeroso cabalga a Pegaso durante el recorrido lúcido de la ensoñación para eludir a su madre Casiopea, Andrómeda mantiene la memoria de su pasado, consciente de su magnánimo poder se aviene a Gaïa para dejar su progenie, diosas de fuego, fraguadas con el rojizo tono que caracteriza su andar.

Sacerdotizas radicadas en el templo para bendecir a los hombres que deseaban tener un encuentro con el Gran Espíritu, para desplegar el vuelo y llevarlos a la cita suprema para congraciar pedimentos y brindar agradecimientos. Misión cumplida cabalmente hasta su exclusión y posterior predominio de guías y sacerdotes masculinos, que preponderaron la importancia de la rigidez de la testosterona y el hemisferio izquierdo cerebral, minimizando y desprestigiando tan elevada e importante labor femenina. Aún se encuentran ejerciendo su volátil  y sutil ayuda aunque no de forma oficial ni institucional, encontrarlas es una tarea compleja aunque no imposible, hay que hacer la conexión divina individualmente, es cuando el reflejo hace las veces de puente, de espejo, de unión.

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