sábado, 19 de febrero de 2011

expectativas, juicios

alerta continua, rapidez mental y física, espíritu en constante atención, atención, mucha atención, es tiempo de dar seguimiento a la labor felina de pertinaz disciplina sobre la conexión al enunciar con sincronía lo pensado, por otro lado parece ser que es parte de este sinuoso conejo de curvas diversas descubrir mantos y quedarse impávido sin juicio, solo expectante del momento que se anuncia, fluyendo, dejándolo ser.

hormigas y buitres acechando el instante, mantener el paso a paso con implacable estoicismo aunque flexible a los pertinentes cambios de dirección que depara el camino por muchos transitado por pocos explorado a consciencia, descorrer cuántos velos sea posible, para evidenciar la figura, la forma, el volumen de la ansiada y anhelada verdad, que se aferra a seguir parcialmente oculta hacia el oscuro lado, cuando ahora se anuncia a los cuatro vientos que no existe tal lado, que todo es luz, manifestaciones de distintos tipos de energía, dualidad a unidad.

liberar a los actos del juicio, observar y ser testigo de la situación nos devuelve ese estado primigenio, donde prevalece obrar sin involucrarse, intervenir sin ensuciarse, estar sin salirse del continuo presente al pensarse en el pasado o peor aún en el futuro, dejar la persona en su lugar, remitirla a su original función de máscara, per suono, por sonido, a través de donde pasaba el sonido de los armatostes que portaban para caracterizarse los antiguos griegos en las representaciones de diversas obras de Sófocles y dramaturgos de renombre.

entendernos chispas de luz, partículas que integran un todo luminoso, gotas del eterno y vasto océano, sin un elemento que juzgue -cómo introducir elementos de juicio a un rayo o una gota de traslúcida agua- es fundamental para tocar estados dimensionales similares al paraíso que no se halla perdido, solo a salvo de intrusos.

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